Mojito era el pequeño de una camada de ocho ratoncitos, era un ratoncito de campo, pequeñito pero coqueto, de los ocho hermanos era el más presumido de todos, le gustaba atusarse el pelo con sus patitas, limpiarse los dientes con una ramita, los tenía tan brillantes que cuando sonreía el sol brillaba en ellos con alegría, sus bigotitos no podían tener una sola arruga, se los estiraba con gracia y salero. Su mamá le decía —Mojito, tu vales para modelo— Mojito andaba con mucho estilo y galantería, las ratoncitas le veían y suspiraban, —que arte tiene Mojito, creo que estoy enamorada— decían cuando él pasaba.
Una mañana de verano Bigotón, el viejo gato cascarrabias a uno de sus hermanos atrapo, solo se oían sus chillidos y lamentos.
• ¡Socorro! ¡Auxilio! Me atrapo Bigotón, me va ha comer. ¡Socorro! Ayúdenme.
• No chilles, nadie te va a salvar de mis fauces, hoy te voy a desayunar —le dijo el viejo gato.
• No me comas, solo salí a pasear, a buscar unas bayas para mi familia. —le contestó el ratoncito.
• Eso me da igual. ¿Sabes el refrán que dice que al que madruga dios le ayuda? —le pregunto Bigotón.
• No, no lo se.
• Pues eso me ha pasado a mi, esta mañana he madrugado y dios me ha ayudado, porque a ti te he atrapado.
• Suelta a mí hermano viejo gato. ¿Tú sabes el que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano?
Le dijo Mojito, que había escuchado al gato cuando iba a ayudar a su hermano atraído por sus gritos de socorro, y sonrío con tanta alegría, que el sol brillo en sus dientes, con tanta fuerza que al viejo gato cegó, éste al sentir la luz soltó al ratoncito y se tapó los ojos.
El ratoncito se sintió caer, pero cayó de pie y salió corriendo hasta donde estaba su hermano y los dos riendo se fueron contentos pues hasta ahora nadie se había escapado de las garras de Bigotón con tanto salero.
Cuando llegaron a casa y se lo contaron a sus papás, como recompensa, le prepararon a Mojito un baño de agua caliente que era lo que más le gustaba.
Desde aquel día Mojito fue el ratoncito más querido del valle y el viejo Bigotón ya no salía de casa sin sus gafas de sol, pero a los ratoncitos a molestar no volvió.
Moraleja. Nunca nadie se salvó por tanta limpieza.
© Antonio Caro Escobar
Para escuchar dale a play
Edición, producción y voz de Antonio Caro
La limpieza es buena. Pero el extremo nunca es bueno.
Todos aprendemos de esta lección.
Muy bonito mensaje.
Me encanta.
Saludos Antonio.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
Bien llegado amigo, muy bonito. Gracias por compartir
Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Bienvenido Antonio: me ha gustado mucho esta historia de intriga
ese gato se quedó con las ganas en est ocasión.
Felicidades
Me gustaLe gusta a 1 persona
Bieeen amigo. Se feliz! Recibe nuestro aprecio sincero y cariño.
Besitos y Buenas tardes para ti. O Buenas noches.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Que Bonito! Antonio.
Que sorpresa mas bonita de verte como Autor en nuestro espacio.
Tienes dos cuentos muy hermosos.
Con un bello mensaje y una enseñanza que los niños fácil pueden aprender.
Me ha parecido un trabajo delicado y muy bonito.
Felicidades amigo.
Un abrazo de parte de todos aquí.
Gracias.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Muchas gracias Esperanza es un verdadero placer poder contarme entre tan buenos escritores, hace que a uno se le suba la autoestima.
¡Saludos!
Me gustaLe gusta a 2 personas